En mi vida diaria, por mi trabajo, scrolleo durante horas entre tendencias digitales, nuevas plataformas, inteligencia artificial, últimas novedades en diseño, etc, etc. Al mismo tiempo, en la otra ala de mi vida, scrolleo entre nuevos libros, frases, palabras, autoras y autores que salen al mercado, música, arte, colores, etc, etc.
En la conjunción de esos dos mundos, justito en el medio, también está mi vida personal, la propia, la de mis gustos, mi corazón, y ahí, scrolleo entre recetas de cocina, más palabras, ejercicio, libros y pelis, crianza, amistad, feminismo, vínculos, etc, etc.
Y en todos esos etc, etc, etc, siempre veo de forma repetida pequeños recordatorios de vida. Siempre caigo en frases motivacionales; en verdades que parecieran ser absolutas; en videos que me refriegan en la cara todo lo que aparentemente estoy haciendo mal -y con haciendo mal me refiero a no estar escuchando con atención a mi corazón-; en párrafos extraídos de libros que me hacen dudar de todo lo que hice hasta ahora; en imágenes que profundizan el amor por mis hijos, mis padres; y así, cada día, me llueven a cataratas avisos instantáneos que en voz baja me repiten sin cesar: “la vida es una, o la vivís presente, rodeada de amor, de forma transparente e intensa, escuchando, abrazando, haciendo lo que te apasiona o chau, tu paso fue casi en vano.”
Sostengo con convicción ese mensaje. Aún si no todo lo que estoy haciendo -viviendo- hoy lleva ese tinte de “disfruta de la vida hay tiempo de sobra para estar muerto” siento que tener un buen corazón es un montón. Es lo que les transmito a mis hijos. Es lo que demuestro a cada abrazo. Es la intención que tienen todos mis “hola como estás?” que imparto a cada persona que cruzo en un café, la verdulería, el supermercado, la puerta del colegio. Es lo que me enseñaron mis padres. Y es cómo quiero morir; siendo una mujer empática, amable, que observa con ternura, que apoya, acompaña, ayuda, se equivoca, mientras intenta seguir ese paso-a-paso de “vive sueña ama disfruta”. Aunque a veces me dé un poco de cosa saber que no sólo es irreal sino imposible para más de la mitad de la población del mundo.
Y a eso quería llegar.
Hoy me volví a despertar leyendo algunas noticias desgarradoras, sintiendo ese nudo en la garganta cuando veo al mundo partiéndose al medio sin pausa. Que la guerra, que las catástrofes naturales, que los aviones se caen, que la pobreza, la inflación, los jubilados, la ultra-derecha, la izquierda, que los abusos, las bombas, las armas. Si bien normalmente intento evitarlas todo lo posible, siempre están ahí, a la orden del día. Y me dejan esos segundos de amargura, en donde pienso en mis hijos, en el mundo al que los traje, y en cómo todo sería mejor, sin dudas, si las decisiones grandes, las enormes, las que provocan las guerras, las que son egoístas, políticas, se tomaran por gente con buen corazón. ¿Sería todo de otra manera?
No soy ni ilusa, ni una gran soñadora, ni utópica. Sé hacia donde vamos. Y sé que no tiene freno ni salida. Por triste que suene.
Pero aún así, creo más firme que nunca que, al menos en las tres manzanas en las que vivimos en lo diario, podemos hacer siempre la diferencia.
Hace unos días alguien me dijo que la empatía está sobrevalorada. No solo el comentario me hizo implosionar por dentro, sino que me hizo reforzar el concepto con toda la fuerza posible. Y por eso, escribo estas palabras hoy.
Para decirte que si sos una persona empática, atenta, amable, de buen corazón, lo sigas siendo aunque el mundo te cague a trompadas todos los días.
Escribo estas palabras para contarte que lo que sea que hagas, si está cargado de buena intención, si sale de adentro tuyo con el único objetivo de ver feliz a un otro, no lo pauses, no lo frenes, nunca. No importa si impacta en una persona o en mil, cambiarle la vida a alguien de forma positiva, es de las mejores cosas que podés hacer en tu paso por esta Tierra.
Quiero que sepas que tener un espíritu noble no es normal. Que más de una persona que tenés cerca probablemente no lo tenga. No sienta como vos, no piense como vos, no actúe como vos, pero que si vos estás en paz porque tu espirítu, tu esencia, es transparente, endeble, suave… el día que te vayas, vas a sentir una calma absoluta. Eso, es un regalo.
También subrayar que los buenos corazones escasean en el Universo. Que no conozco tanta gente que pueda detenerse a mirar a los ojos y preguntar “¿cómo te puedo ayudar?” a cualquiera que parezca necesitar apoyo. Por eso, si tu corazón es de esos, trabajalo sin cesar para que siga ese buen camino.
Quiero terminar este pequeño escrito, casi catártico, para que sepas que está bien pedir perdón si te equivocaste; que está bien pedir ayuda cuando no das más; que es correcto seguir a tu intuición aún si todos a tu alrededor te están diciendo que vayas hacia el otro lado; que no importa cuántas veces alguien te lastime con sus palabras, siempre vas a poder elegir creer en vos, levantarte, darle la espalda y sacarlo de tu vida; que siempre vas a tener un círculo, aunque sea el más pequeño, que te va a querer amar, proteger, dar calor y abrazo.
Me encantaría que aún cuando abramos el diario y sigamos leyendo que todo está mal, salgamos a nuestras rutinas sonriendo, siendo buenas personas, ocupándonos de los otros y de nosotros mismos, sin juzgar tanto, sin odio, miedo, resentimiento, oscuridad: ya encontramos todo esto en cada esquina, en donde trabajamos, tantas veces, en el hogar en el que vivimos. No importa, llevá siempre tu bandera de la compasión, la ternura, la blandura -siempre se va a sostener con la fortaleza de tu corazón-, la simpatía. Llevá siempre la forma de relacionarte más amorosa posible, porque cuando te toque pelear, no importa cuál sea el resultado, vas a ganar siempre. A un buen corazón, jamás se lo vence.
Por sobre todas las cosas, aún cuando te digan, como a mi, que la empatía está sobrevalorada, tatuátela en la piel, en el alma. Porque aunque no lo creas, los empáticos, los de espíritu fuerte, los que nos preocupamos por los otros, los que hacemos familia con quién sea, a donde sea que vayamos, los que sostenemos aún estando rotos, los que lloramos cuando vemos el noticiero, los que nos movemos por el amor y no por el dinero, los que valoramos a nuestros amigos como tesoros, cuidamos a nuestros padres como joyas únicas, criamos a nuestros hijos con esas mismas banderas y todos, pero todos los días, salimos a la calle esperando que sea un buen día; somos los que logramos que el mundo no haya explotado hace rato.
Quería decirte eso. Quería dejarte esta nota. Este recordatorio de vida: llevá a tu buen corazón en la mano. A todas partes. Siempre. Aunque te critiquen, aunque todo te demuestre lo contrario. Aunque se rían de vos. Cuando te canses, dale la mano al corazón noble que te acompañe en ese momento: siempre tenemos un amigo, un hijo, una madre, alguien, para sostenernos cuando decidimos abandonar por un ratito.
Quería sólo recordarte que si sos todo eso, que si podés ver la entereza, la empatía, la solidez transparente de tu corazón, lo disfrutes, sientas orgullo, porque no abunda.
Y si no lo sos, otro recordatorio: todavía estás a tiempo.
♥
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belleza pura!!! gracias gracias gracias, por estas hermosas palabras que me llenaron el alma... como siempre ...
Hermoso! Tanto como vos!
Love you forever and ever!